Tratados internacionales de libre comercio

¿Por qué comprar lingotes de oro de inversión?

© German Vega. Valladolid. 2014

Conocido como: TTIP: (Transatlantic Trade and Investment Partnership ).

      Se trata de un proyecto para realizar un tratado de libre comercio entre Europa y Estados Unidos. Se inician los acuerdos en junio de 2013. Como todos, en secreto y por insistencia seria de las personas a los que nos implicará, se hacen públicas partes del borrador.

     Los objetivos teóricos serían, los de siempre: Suprimir aranceles, normativas innecesarias, restricciones a la inversión. Como en cualquier acuerdo de este tipo se argumenta a su favor el libre comercio, el desarrollo económico de los países integrantes, la creación de empleo, la globalización, que no es más que la supresión de los estados en beneficio de las grandes corporaciones.

     Son atrevidos, incluso hacen cuentas, afirman que Europa se beneficiaría con 119.000 millones de euros al año y Estado Unidos con 95.000 millones de dólares.

     La realidad es que con un simple análisis a la historia de los tratados de libre comercio, vemos que los objetivos reales, son muy distintos.

     Hay un termino acuñado por Global Justice Movement que es Corporatocracia, el cual designa al gobierno de los estados por parte de las grandes corporaciones, primando su interés, frente al del pueblo, representado por el estado.

     La herramienta para que las multinacionales se introduzcan en los estados son precisamente los tratados de libre comercio.

     Estas grandes corporaciones, tienden a crear monopolios, desregularizar los mercados (o regularizarlos de acuerdo a sus intereses). El medioambiente y los derechos sociales no suelen ser importantes. Pero llegan más lejos, hacen creer justo lo contrario a lo que son y someten a los estados

     La empresa española Iberdrola, que opera en más de 40 países y cuya actividad principal es la producción, distribución y comercialización de energía eléctrica. Es una corporación que no se corta en absoluto en mostrarse más verde y ecologista que el mismo Greenpeace.

     Sus slogans comerciales son del tipo: Queremos ser tu energía, estamos contigo, la energía verde, o como se ve en el autobús que recorre nuestro país “estos son nuestros colores”

                                                                Autobús publicitario de Iberdrola

     Admiro y respeto a Iberdrola, hacen bien su trabajo, entiendo que alguien en una sociedad, ha de explotar minas, producir energía, construir infraestructuras, incluso liderar partidos políticos. Pero, autocalificarse de ecológica una empresa que es propietaria de numerosas centrales nucleares y térmicas es un oxímoron ( figura retórica que consiste en usar dos conceptos de significado opuesto, llegando a un absurdo) y siguiendo con los oximorones, lo hacen “actuando con naturalidad”.

     Entiendo que hoy por hoy y debido a las limitaciones actuales para obtener energía eléctrica a inmediato o corto plazo y dado que la necesitamos y nada ni nadie está dispuesto a renunciar a ella, necesitamos quemar gas, carbón y lo que sea necesario para obtener electricidad (incluso la fisión del uranio). Sin embargo, no hemos de olvidar qué pasaría si ocurre un accidente serio; todos recordamos lo ocurrido en Chernóbil o en Fukushima. Es cierto que hay que ir sustituyendo este tipo de centrales eléctricas por otras aunque no sea físicamente posible de forma inmediata, pero de admitir la energía nuclear a que la empresa que la produce sea tildada de ecológica hay un mundo y tal calificativo insulta a la inteligencia.

     Volviendo a los tratados de libre comercio:

      Las empresas pueden hacerse tan grandes que pueden llegar a intimidar o manejar a los estados. Con estos tratados lo que se pretende es legislar para una cómoda implantación. Midiéndose de tú a tú con el estado, obligando a los países a renunciar a su propia justicia y sometiéndolos a arbitrajes. Hay corporaciones cuya facturación es superior al PIB de países medios.

      Que son estos arbitrajes:

      Una corporación puede demandar a un estado si considera que éste ha legislado o tomado alguna medida en contra de sus intereses comerciales. No importa mucho si el beneficiado es el pueblo soberano, si la ley aprobada es realmente necesaria o si esa compañía con sus actividades causa un gran perjuicio al estado, prevalecen los intereses comerciales de una empresa frente a un país soberano. Tampoco importa que el país sea Alemania o Ecuador.

      Como ejemplo:

      La multinacional energética sueca Vattenfall en 2009, inicia una demanda contra Alemania, amparada en un tratado internacional de protección de inversiones en el sector energético. La mencionada corporación, deseaba construir una central térmica alimentada con carbón en Hamburgo. Las condiciones medioambientales de calidad del agua que la Administración alemana impuso en el permiso, no eran del agrado de la eléctrica y ésta, pidió una indemnización de 1.400 millones de euros, consiguiendo a demás que se rebajasen los requisitos medioambientales.

      No siempre son grandes países como Alemania (que aunque las indemnizaciones sean fuertes, puede pagarlas), estos acuerdos pueden literalmente hundir a un pequeño país.

     Hago el inciso que hoy por hoy, empresas y estado no están muy separadas. Un país es grande no por su historia, aportaciones a la humanidad o modelo de convivencia, si fuese de esta forma, Irak o Grecia serian tremendamente respetados. Lo que hace grande a un estado son sus empresas y estas son las que realmente lo gobiernan. Una empresa ha de buscar el beneficio económico, salvo que como es lógico, no tiene sentido de estado ni aspiraciones sociales, su fin último y legítimo es el ánimo de lucro.

    Vivimos en un mundo donde las riquezas naturales no son debidamente valoradas, cuenta más la tecnología y el capital financiero. Recuerdo haber leído un discurso de un ministro alemán que afirmaba lo siguiente: “No hemos de preocuparnos de quién produce los cereales y dónde los produce, vendámosle el tractor y trabajará toda su vida para nosotros”.

     Los recursos naturales están dispersados por el mundo y las grandes corporaciones simplemente piensan que tienen todo el derecho sobre ellos, estén donde estén, solo han de crear la figura legal para apoderarse de ellos.

    El arroz en Haití

    En el ranking de los dos centenares de países del mundo, Haití, ocupa un puesto de cola en pobreza y sin embargo, no es un país pobre, si acaso, un país mal gestionado y hundido sistemáticamente por su poderoso vecino, EEUU, en la actualidad y anteriormente por Francia. Ser la primera colonia en independizarse y abolir la esclavitud tiene un precio.

     No es fácil encontrar en el mundo un lugar más fértil. Si un día estás comiéndote en la calle un bocadillo de pan con tomate y escupes al suelo una pepita, a los dos días, encontrarás una tomatera. Como dato, recordar que cuando se independiza, esta pequeña parte de la isla aportaba a Francia más que el resto de sus colonias juntas (algo similar le ocurría a España con Cuba).

      Su riqueza en minerales es incalculable. Su bolsa de petróleo virgen, supera a la de Venezuela, hay tanto petróleo que literalmente, se sale. Es más, recuerdo bañarme en una playa y ver como mi traje de baño se ponía negro y grasiento por el mineral fósil. Tiene grandes reservas de oro (también sin explotar) y un sinfín de minerales más. Sorprendentemente, no existe en el país actividad minera, yo mismo lo he experimentado al abrir mi mina de carbonato de calcio, uno de los más puros y blancos del mundo, siendo casi pionero.

     En España, usamos la frase “con las cosas de comer, no se juega” para decir que con lo importante hay que tener cuidado, creo que esta frase hay que aplicarla también a las cosas de comer de nuestros vecinos y no es una redundancia, algunos no lo entienden así.

     Hace tan solo 30 años, Haití producía arroz suficiente como para alimentar a su población. Los dictadores haitianos, descuidaron el campo, lo que ocasionó que en 1973, el país, comenzase a importar arroz para cubrir su demanda. En los años 70, Haití, producía el 70% del arroz que consumía. En 1995, el Gobierno haitiano, presionado por EEUU, bajo acuerdos de libre comercio, baja los aranceles del arroz de un 35% a un 3%, y a su vez EEUU subvenciona a los agricultores estadounidenses la producción de arroz con 13.000 millones de dólares. Esto hace que el arroz importado de USA sea considerablemente más barato que el nacional, lo que arruina de manera fulminante a los débiles agricultores haitianos, incapaces de soportar esta competencia tan desleal.

                                               Entrega de arroz de EEUU a Haití. El primero es gratis…

       Después del terremoto, EEUU dona a Haití 15.000 Tm de arroz, hundiendo definitivamente a los pocos y maltrechos agricultores haitianos que habían subsistido, incluso a un devastador terremoto. (Cuidado con los regalos ponzoñosos).

      Producir un kg de arroz en Haití cuesta casi el doble de su precio en el mercado. El arroz, es la base de la alimentación haitiana, incluso por encima del maíz.

     El resultado de estas políticas tan neoliberales y acuerdos de libre comercio, es que hoy el 80% del arroz haitiano, se importa y la gran mayoría (cerca del 80%) llega de Estados Unidos.

      No toca hoy, pero lo mismo ha ocurrido con el azúcar, producto que en el siglo XVIII, Haití producía tres cuartas partes de la producción mundial y hoy es importado mayoritariamente. Lo mismo ocurre con la carne de cerdo, se afirma falsamente que los cerdos de “Haití” podían tener peste porcina, prohibiéndose su exportación (nunca se encontró un solo cerdo en Haití con peste porcina). Así, hoy no existe prácticamente ganadería en el país. Tampoco hay producción de huevos.

      Como recapitulación, decir a los que hoy son los países benefactores del mundo que no los subsidien, que simplemente, los dejen vivir.

                                       Entrega de ayuda humanitaria de la Fundación Clinton a Haití

      En noviembre del 2011, yo mismo he asistido a una Conferencia de la Fundación Clinton en Puerto Príncipe. Éste, llego en un avión privado, alquilado para trasladarlo al evento junto con su séquito, que costó más de 100.000$USA, a lo que hay que añadir el nada despreciable coste del acto pagado por la Fundación. Dijo unas bonitas palabras, como que Haití era un gran país, que necesitaba nuestra ayuda y otras rimbombantes frases. Tras esta corta intervención, muchos saludos y fotos, el Presidente de la Fundación retomó de nuevo su avión y se fue. Creo que con 100.000 $USA se pueden comprar y plantar muchos arrozales, por ejemplo y no es demagogia. Ah, y reconoció que la política estadounidense con el arroz hacia Haití, podría haber sido un error.

    Un claro ejemplo son también las grandes compañías mineras, que aunque trabajan por todo el mundo, son pocas y de muy contadas nacionalidades.

He visto muchas veces como cuando se cierra una gran mina, no queda en la zona ni tan siquiera una carretera decente, se agota el yacimiento y se van, eso si, el paisaje que se deja, no en pocas ocasiones se asemeja más a un paisaje lunar que al vergel que encontraron antes de iniciar la explotación del yacimiento. Los habitantes de la zona, durante unos años tuvieron trabajo, normalmente, muy duro y mal pagado y las regalías al Estado van como norma ente el 3 y el 10%. Pero que no se haga ilusiones el Estado, son maestros en ingeniería de minas y también lo son en ingeniería financiera, se las arreglan para que con facturaciones mil millonarias se contabilicen oficialmente perdidas. Además, no solo no aportan al Estado, en muchas ocasiones, reclaman ayudas gubernamentales para mantener los puestos de trabajo, amenazando con el cierre y despidos masivos si no las consiguen. (Si yo fuese parte del Estado, nunca les daría ayudas, si la mina es rentable, con o sin ayudas, continuarán el expolio y si no es rentable, igualmente, con o sin ayudas, cerrarán).

La multinacional minera canadiense Alcan, está investigada en varios países por delitos de lesa humanidad y contaminación (tenía a cientos de trabajadores en semiesclavitud y cuando se organizan para pedir condiciones dignas de trabajo, la empresa contrató a mercenarios para guardar sus intereses económicos, creando un bloqueo donde se estima que pudieron morir entre trabajadores y otra población más de 10.000 personas). Ha estado implicada en el golpe de estado en Papúa Nueva Guinea en los 80, donde fueron fuertemente reprimidos y asesinadas miles de personas que protestaban contra sus intereses. En Paraguay, algo parecido, se la ha relacionado con el golpe de estado de Fernando Lugo y curiosamente, Canadá (su sede), es de los primeros países del mundo en reconocer al gobierno del golpista y para más curiosidad, Diego Zabala, viceministro de Comercio, fue consultor de la empresa minera y Francisco Rivas, asesor del gobierno y afín a la minera canadiense, es hoy ministro de Industria y Comercio.

La desfachatez de la minera llega hasta términos insospechados argumentando que creará miles de puestos de trabajo e importará de un tercer país todos los materiales de construcción y bienes que pudiera necesitar. Además, exigirá al estado mejorar las infraestructuras en puertos, ríos, electricidad y demás. Han de garantizarle energía eléctrica barata e ininterrumpible.

Sé perfectamente cómo se hacen estos acuerdos entre Estado y empresa minera. Ojo, insisto, Estado-empresa, que no es lo mismo que Gobierno-empresa, estos acuerdos quedan blindados por muchos años sin tener capacidad, los futuros gobiernos, de modificarlos. Yo mismo he realizado alguno de estos protocolos y normalmente es una negociación similar a la que pueda hacer un niño de 6 años con un adulto de 50, una de las partes negocia de forma descaradamente ventajosa.

Cuando en un acuerdo comercial se obliga a un estado a aceptar un arbitraje, argumentando la protección de la inversión, el país pierde su soberanía. Tres personas (tres abogados, expertos y caros), deciden sobre el futuro de un estado, haciendo prevalecer los beneficios privados y normalmente de una empresa extranjera, frente al interés público, frente a leyes democráticamente adoptadas por un pueblo con el fin de proteger sus recursos, su medioambiente, su salud pública o su bienestar social.

El arbitraje es un gran negocio para gabinetes jurídicos, sus honorarios son astronómicos (recuerdo minutas de cientos de millones de dólares). Su verdadero cliente es la empresa, no el estado, ésta suele tener casos similares en terceros países y como es lógico, la multinacional suele ganar. De esta manera, aunque lo que reclame el estado en muchas ocasiones sea justo, de sentido común e imprescindible para su medioambiente o salud pública, es el interés de la multinacional el que prevalece.

Muchos de estos casos son ocultados, el estado se avergüenza y la corporación solo quiere dinero, no publicidad.

Si el país es débil, se juega mucho frente al gigante, puede terminar muy mal parado.

Otro paso más hacia la globalización y el nuevo orden:

Hago un pequeño recordatorio a ese mayo de 1776, cuando se crea la asociación secreta de los Illuminati con la finalidad última de destruir a los gobiernos y a las religiones con el propósito de un único gobierno mundial.

Desde entonces no han cesado los pasos para conseguir este fin:

Comenzando por acabar con las monarquías, desprestigiar a las religiones, infiltrarse en gobiernos e instituciones, organizar revoluciones y guerras, creación de bloques: Unión Europea, Unión Norteamericana, Unión Africana, Unión Asiática, estos grandes bloques serán más fáciles de controlar que a pequeños y numerosos estados.

En 2005 se inician los acuerdos para fusionar a Estados Unidos, Canadá y Méjico en un único bloque con una moneda común. Ésto se llamaría Unión Norteamericana y tendrían una moneda única llamada Amero. Entiéndase que esto no es solamente una unión económica, afecta directamente a la soberanía de tres importantes países, intentando crear algo muy similar a la Unión Europea.

Los grandes bancos y las grandes corporaciones, controlan la energía, la educación, la sanidad, la cultura y las institucionesLos pasos finales a este nuevo orden, controlado por un reducido número de familias son estos, lo que engañosamente y de forma eufemística llaman globalización. No olvidar que parte del plan es hacernos creer siempre que lo que realmente es un paso más al control mundial por esa minoría poderosa, es bueno para nosotros en vez de desenmascarar la verdad real: un paso más hacia una mayor esclavitud, mayor control,

No es bueno para nosotros, como norma general, cualquier cosa que globalice el mundo, que permita a esa minoría más control, que haga perder soberanía a los estados.

Si se analiza un poco más minuciosamente el TTIP se verá su verdadero fondo: eliminar las obligaciones aduaneras ente Europa y Estados Unidos

No es cierto, estas ya o son mínimas o no existen, salvo en el sector agrícola (las cuales no creo que hayan de moverse). Es costumbre en EEUU subvencionar fuertemente a sus agricultores en cualquier nicho de mercado donde puedan introducirse hasta hacer quebrar a la competencia de otros países. Una vez que no tienen competencia, elevan los precios, recuperan la subvención y se quedan con el mercado.

Eliminar barreras no arancelarias como reglamentación no adecuada, incluida la laboral.

Esto no es ni admisible, ni bueno para los europeos. Nuestra normativa laboral es el fruto de muchos años de evolución de derechos de los trabajadores, para nosotros un sistema sanitario universal es lo cotidiano, lo que siempre hemos visto, la educación gratuita y de calidad a cualquier nivel. No obstante, despedir a un trabajador, solo es posible en determinados supuestos y siempre muy caro para la empresa.

Nuestras limitaciones medioambientales son muy superiores a las estadounidenses.

No admitimos muchos transgénicos que en USA son frecuentes. Incluso fármacos en los que se ha evidenciado que los daños que causan, superan con creces a los beneficios que aportan.

La cuestión del arbitraje ha quedado más que explicada. Como norma general, cualquier país de la Unión Europea es un país de derecho y no ha de ceder su soberanía en beneficio de ninguna empresa privada. No recuerdo ninguna corporación que haya invertido en Europa y que jugando limpio, haya tenido problemas de nacionalización o de perder su inversión. Todo lo contrario, por acuerdos similares, muchas han causado un gran daño a estados europeos en contra del bien común, frente al individual, principio que para nosotros es importante como sociedad.

Otro punto conflictivo del tratado es la normativa financiera europea. Si bien la nuestra es muy mala y hemos de cambiarla y adecuarla, creo que la estadounidense solo ha de ser una referencia para no imitarla.

Nuestros políticos no se caracterizan precisamente por el buen hacer, se equivocan con demasiada frecuencia, e incluso se creen que por ser electos democráticamente, tienen derecho a tomar cualquier decisión sin consultar con sus electores, incluso van más allá, llegando a negociar en secreto y a espaldas de los mismos.

Es una decisión importante, ha de ser expuesta públicamente, de forma transparente y si se estudia en profundidad nunca se firmarán ese tipo de acuerdos.

Cualquier europeo y cualquier estadounidense puede comerciar libremente acatando unas reglas, en este caso, las nuestras son mejorables, pero son las nuestras y si han de cambiarse, se cambiarán, no para beneficio de las multinacionales, si acaso se cambian será, o al menos, tendría que ser en beneficio de la diversidad de pueblos europeos.

Una última reflexión: ¿Es inteligente que un alimento viaje miles de kilómetros antes de ser consumido?

Que sea habitual no significa que sea sensato. Durante miles de años no ha sido así y lo racional es como mínimo ser totalmente autosuficientes en nuestra alimentación. Este absurdo transporte, encarece los alimentos, obliga al uso de conservantes inadecuados para nuestra salud, a sistemas de refrigeración y en muchos casos puede hacer perder un patrimonio muy valioso como es nuestra acertada dieta mediterránea. Tal vez un buen comienzo sea: en vez de firmar un acuerdo para el comercio de alimentos con EEUU, firmar un compromiso el cual mantenga que, salvo necesidad justificada, los alimentos han de viajar lo mínimo. Esto puede ser un comienzo serio para hacer un mundo sostenible y justo, el cual será mucho más interesante que el modelo actual. Parece ser que la media de lo que recorren nuestros alimentos hasta llegar a nuestra casa está en 4000 km. Cuántas cosas tenemos que cambiar. Es obvio que muchos han perdido tanto el norte que consideran que, ¡la globalización es buena!. En Valladolid podemos comprar y consumir carne de cebra.

   Hoy podríamos cenar en cualquier ciudad española un filete de canguro australiano (nuestras antípodas)

© German Vega. Valladolid. 2014

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